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Colección de la Muerte

Andamos por la vida esquivando a la muerte en un vano intento de cegarnos a lo inevitable. El origen del terror será quizá por aquella evangélica idea de la vida eterna o el narcisismo intrínseco del ser humano. Nada es eterno.

La colección de muerte son los alaridos de mi alma al descubrir que existía, la celebración de aceptarla y vivirla. Al final, la muerte instruye al vivo para disfrutar su efímero momento de libertad terrenal.

Número dos 

Reflexiono sobre la muerte en calma consciente, 
será el paso a un plano apagado y silente, 
o una eterna luz con notas musicales angelicales.
No me convence el olvido ni mundos celestiales.

La encuentro en la rosa que pierde un pétalo, 
la siento cuando deja de soplar el viento,
la veo en las estrellas que brillan en el firmamento, 
Me mira desde los ojos de mi abuela en su retrato.

Está en cada instante,
se siente en el aire, 
pero no hay miedo al evocarla,
ni firme negación al nombrarla. 

Soy consciente;
yo, sin remedio, algún día moriré,
y si entonces mi muerte es inevitable, 
Pierde sentido la fama y el honor, 
la riqueza y la pasión, 
la ansia de ostentar la razón.

La muerte no es otra cosa que vida, 
un recordatorio bondadoso
de mi preciosa existencia. 
Al no ser víctima aún de la impermanencia, 
Tengo la oportunidad de seguir la senda, 
que lleva al maximo estado de consciencia
para librarme asi un día, 
de la realidad condicionada.

A mí abuela muerta

No somos más niños, somos adultos. No busques disfrazar lo inevitable, no lo niegues y te aferres hasta con los dientes. No prometas infierno y paraiso. Para ya con ese argumento de que debo sufrirlo y guardar un luto sin fin donde flaguele a mi mente con pecados y culpa. 

Asume hoy que soy un adulto y hablame directo a los ojos, la muerte es un hecho, tan real y tan natural, que su presencia es un festejo. Tómalo en serio, has muerto ¡Que alegría! Yo sigo vivo. 

Te agradezco por siempre tu último regalo, con tu muerte me enseñaste que sigo vivo, que preciosa es mi vida humana. No puedo decir que no te extraño, lo hago. Pero con tu partida me enseñaste lo que es la vida. Una oportunidad única de consciencia, una serie de sucesos donde también terminaré muerto.

Antes de devolver mi tierra, mi fuego, mi agua y mi aire, he de disfrutar la dicha de la vida, con diligencia y entrenamiento, con atención plena persiguiendo el ideal que enseña el despierto. Eso hubieras querido. 

Te doy las gracias por el gran regalo que vino con tu muerte.
Te pido disculpas si intencionalmente o sin quererlo te ofendí.
Me despido hoy y te permito ser libre.

Sigues vivo, la vida humana es tan improbable que es un milagro, agradece, disculpa y despídete, se libre.

Bardos

En la mediatez de mi aliento final, 
Mi alma no se proyectará a la bóveda celestial,
Ni se sumergira en la agonía del mundo infernal.
Mi conciencia perderá su forma terrenal, 
Con una lividez carente de calor, 
Sin más aire o líquido por recircular.
Desprendiéndose del yo, irá a polular
en vanos intentos por el otrora cuerpo habitar.
Será entonces que vea el llamado aterrador, 
La imperiosa luz de la realidad se presentará
¿La reconoceré por lo que es? 
O huiré a reencontrarme con lo que es habitual.

"Has muerto" dirá el bienaventurado maestro
"Recuerda y reconocete en la luz infinita"
¡Que va! Dirá esa prófuga conciencia 
Y volvera al huerto y al camino, 
Al triste olmo confidente, 
A la rutina y quizá a la cocina, 
Con mi amada y mi hija.

"Has muerto" dirá con todo su amor y compasión.
Tenue pero insistente volverá a brillar, 
Más me definen mis huesos y arterias, 
Mi cuerpo, mi gusto, mis disgustos y mis ansias.
Y así sin más, vagare en lo ilusorio, 
Sin cuerpo ni emociones, solo voliciones.
Desesperadas de ceñirse a algo conocido, 
Buscarán afanosas la coincidencia
en dos incidentes flujos de consciencia,
Y sin más, volveré a la vida. 
Sin pasado ni recuerdo, renacerá un nuevo día.



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