Están libres los ávidos; gritan sus logros, ansían poder, buscan reflectores, se hacen notar, habitan en el futuro que no ha llegado.
Están libres los ávidos; no se conocen sus penas, se muestran triunfando en el trabajo o en una singular foto en algun lugar de Europa.
Insaciables tragan los frutos de la dicha eterna que no los han de saciar.
Sueñan con la vida eterna y apuñalan a traición a cambio de segundos de fama.
Si tan solo escucharamos la voz de la infancia con nuestra adulta consciencia, se revelaría desnudo el enigma de esta efímera existencia.
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