Él era sensible y se percató apenas lo observó; eran los titanes de vuelta con el ansía floreciendo en cada poro, se asomaba en los hilos de palabras que taladraban violentamente la loza de generosidad arduamente erguida con el tiempo invertido. El impacto fue brutal y dejo en catatonía la razón; eran los titanes inconscientes guiados por la sed de victoria. Él era sensible y lo percibió con la precisión del relojero a pesar de la marcada sutileza que vehementemente protegieron, y se convenció. Aquel no era su hogar. Recolecto en pieles cachivaches y símbolos, en silencio, decepcionado. Se venció apenas con un suspiro la flaca resistencia que le ataba a esa realidad. Eran los titanes, los que lo liberaron. Él era artero y sensible, al fin, escapó.