Fui un retoño ansioso de aventura que se convirtió en un aprendiz diligente y meticuloso, con el gigantesco sueño de alterar la configuración de la realidad. Al poco tiempo transmuté en el escudero destacable, igualado por pocos, con hambre insaciable y el espíritu obnubilado de necesidad. Reclamé la espada y me convertí en rey.
¡Que desdicha ser autoridad; el títere de las causas colectivas que se traduce en los caprichos del orden superior! Tedioso burócrata alejado de la guerra y las pasiones por el bien comun de enaltecer a unos cuantos.
El espíritu despertó y degeneré en un loco; amante de la contemplación, perdido en la reflexión, embriagado del presente y mendicante de conexiones. Renunciante de lo material y buscador de sensaciones. Un vagabundo sin remedio y por primera vez, siguiendo el orden del corazón.
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